
LA AVENTURA APENAS EMPIEZA

Tres conejitos llegaron a clase, uno con gafas azules y un corte elegante, otro tímido y callado y uno que andaba en su carro, sin frenos y muy veloz. Eran distintos, eran curiosos, no eran como los demás, necesitaban un poco más de atención, amor y comprensión. A estos tres conejitos les gustaba que les dieran cariño, la música, jugar y bailar, tenían muchas cualidades que los hacia únicos y especiales.
El de gafas azules era Camilo, un conejo particular, vestía de camiseta azul con una imagen de fichas de puzle llena de colores. Le gustaba estar en el piso, jugando y de vez en cuando se sentaba juicioso en su asiento a mirar a sus profesoras.
El conejito tímido era Samuel, siempre con sus medias de colores, quien con su calidez y ternura llenaba el aula de dulzura. De sus ojitos solo desprendía amor y aunque no todo le era fácil de hacer y entender, entregaba todo de si para los logros obtener.
Y el ultimo conejo era Carlos, parecía más un auto sin frenos, que un animal con complejos, su alegría y entusiasmo contagiaba hasta el más amargado. A pesar de un lápiz no poder coger constantemente, logró demostrar lo inteligente y astuto que es.
Todos los demás conejos los miraban muy extraño, pero en vez de correr y gritar, se acercaron y a los tres conejitos muchas risas les lograron sacar. Aunque al principio el miedo estaba, en que a los pequeños conejitos los ignoraran y su vida escolar se complicara, nada de ello sucedió, pues a pesar de los prejuicios y las malas energías que se pudieran encontrar, al rescate llegaron conejitos excepcionales, que los ayudaron en su recorrido, sin importar los hablares.
Su camino por el colegio aun no ha terminado, podemos decir que apenas ha iniciado y que, a pesar de todo y sus cualidades particulares, no hay nada que los detenga o que los haga sentir desiguales. El mundo es grande, pero aun así lo pueden llegar a conquistar con su esfuerzo y alegría todo lo que se propongan podrán alcanzar.