top of page

LA CORAZA MÁS BLANDA DE ASTERIÓN

Dentro de la mente del minotauro mal juzgado y enamorado

8.png

En aquel atardecer de otoño, en el que pisé la calle, la vi a lo lejos, nunca había visto a una mujer tan hermosa, mi corazón comenzó a latir fuertemente, quería salir de mi pecho, quise acercarme, pero… pero apenas di un paso más en aquel suelo lleno de hojas secas, noté el pánico de quienes estaban a mi alrededor, entre nuevamente corriendo a casa, a mi palacio único e indestructible. 

No entiendo, no entiendo por qué todos me tienen miedo. Si en algún momento he hecho algún daño, no fue con intención. ¿Serán mis cuernos?, ¿Será mi cara? No sé, lo único que sé es que solo estoy.

 

Recuerdo sus mejillas rosadas, esos labios color rojo y sus ojos. Sus ojos con cierto velo, pero tan verdes como aquel árbol de mi infancia tan bello y delicado, que no reflejaron ningún temor ante mi presencia. ¿Por qué tengo que ser yo?, ¿Por qué tengo que ser así?... no lo entiendo. Qué pecado tan grande, he cometido para esta apariencia, que en vez de ayudarme a conquistar me aleja sin remedio de la sociedad. Siento colapsar, no creo poder más, el corazón  se me encoge, quiero gritar que en teoría lo puedo hacer. Estoy solo, nadie me va a escuchar.

 

Si mi madre fue una reina, debería yo ser el rey, pero no logró serlo. Cada vez estoy más solo, más enojado, más triste, más dolido, me siento abandonado, quiero que vengan, quiero recibir visitas reales no solamente imaginarias, quiero tener amigos, quiero tenerla a ella.

 

Hace unos días volví a salir, quería verla e invitarla a venir, pero apenas me asomé el pueblo comenzó a alzar sus antorchas y a recoger piedras del suelo, me querían atacar y yo ni siquiera había hecho nada. 

 

Es cierto, no lo niego. Cada nueve años entra un grupo de personas, de hombres a medir su voluntad, su valentía, sin hacer mucho comienzan a caer, prácticamente ni los tocó y se duermen para siempre. Nunca quise hacer daño intencional a nadie, no soy malo, yo no soy malo, soy juzgado por una apariencia solamente, pero no soy malo, jamás lo he sido, estoy cansado de esto, quiero libertad, ¿por qué no puedo tener mi libertad?

Siempre lo quise negar, pero mis enemigos, mis detractores, dicen la verdad, soy un prisionero en mi propia casa, en donde ninguna puerta ni ventana está cerrada, pero donde no hay amor ni esperanza.

 

Salí y la vi, qué hermosa era. Me sonrió, ella a diferencia de los demás no parecía temer. En esta ocasión alcancé a acercarme y no gritó ni huyó, ha sido la persona que más se ha acercado a mí. Mis piernas temblaron como gelatina. Pero todo acabó,  juro que no quise hacerle daño. Ya en la noche, oculto entre las sábanas rogándole al de arriba que me llevará,  escuché un ruido en la sala. Era un hombre con una espada, estaba tan, pero tan triste, porque la única mujer que se había acercado a mí, aquella que espiaba cada vez que salía a la calle a ver el atardecer, había sido atravesada por uno de mis cuernos, tenía el corazón roto, ya no quería vivir; prácticamente me balancee y su espada hizo el resto del trabajo.

315313182_10229927630234289_9149012710420032077_n (1).jpg

Angie Paola Beltrán Cruz

Comunicadora Social y Periodista

Licenciada en Literatura y Lengua Castellana en formación.

2023

bottom of page